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Las eficiencias energéticas ¿Mito o realidad?

Mensaje anual 2006 - Consejo Mundial de la Energía

La eficacia energética trata de la relación entre los servicios energéticos (tales como la electricidad, la calefacción o la movilidad) y la energía primaria para producirlos. Numerosas fuentes de eficiencia energética marcan la cadena de la energía:  

  • Exploración y producción de las energías primarias como el petróleo, el gas y el carbón; 
  • Transporte y almacenamiento de la energía primaria; 
  • Producción y transporte de la electricidad; 
  • Distribución de la energía y suministro de servicios para la industria, el sector terciario y el residencial; 

Todos los países pueden conseguir unas ganancias de eficiencia energética coordinando actuaciones a nivel del gobierno, las industrias y los individuos, pero la ganancia potencial varía de un país a otro, dependiendo de los modelos de uso de la energía, el nivel de desarrollo y la fuerza de las normativas y las instituciones nacionales. 

Los países en desarrollo presentan amplias posibilidades para realizar ganancias utilizando las tecnologías más recientes cuando son asequibles y disponibles (por ejemplo, el uso de sistemas modernos de calefacción o cocción), la introducción de mejores prácticas procedentes de las experiencias de los demás países y las modificaciones de los comportamientos individuales. Sin embargo, en algunas situaciones, los precios de la energía a nivel del consumo final no reflejan su coste real debido a subvenciones u otras prácticas. De ahí que no se pueda explotar completamente el potencial de eficiencia energética sin un cambio institucional. Las ganancias inmediatas más importantes aún siguen siendo, por tanto, realizables en los países en proceso de transición y desarrollados, cuyos consumos de energía por habitante son los más elevados. 

La intensidad energética, medida por la cantidad de energía necesaria para la producción de una unidad de PIB, aumenta durante la primera etapa de industrialización de los países en vías de desarrollo, y disminuye posteriormente, tal y como se observa en las economías avanzadas. En los países desarrolladlos, la tasa de crecimiento del consumo de energía está desconectada de la del PIB, causando una disminución de la intensidad energética. Parte de esta reducción de la intensidad energética se debe, sin embargo, a unos cambios de la estructura del PIB (como un fuerte crecimiento de las actividades terciarias en detrimento de las industrias grandes consumidoras de energía). La respuesta de la demanda de energía ante los precios de la energía depende de varios factores como el sistema fiscal establecido, el tipo de servicios, el sistema de pago (precio global para la calefacción urbana en Europa central por ejemplo) o la calidad de la información del consumidor (facturas de electricidad de los hogares por ejemplo). Mientras que tecnologías y prácticas relativamente eficaces están surgiendo en el mercado, que empiezan a reducir el uso de la energía, existe un posible efecto rebote de la demanda de energía: los ahorros aportados por dichas tecnologías pueden llevar a los consumidores a utilizar de otra manera más energía. 

Dicha Declaración del Consejo Mundial de la Energía trata de las mejoras de la eficiencia energética en todos los países, sea cual sea su fase de desarrollo. Insiste en el hecho que si bien programas de mejora de la eficiencia energética son imprescindibles para alcanzar un desarrollo energético duradero, no pueden bastar por si mismos para tratar todos los objetivos de accesibilidad, disponibilidad y aceptabilidad energéticas. Los instrumentos e inversiones de eficiencia energética deberían enfocarse como parte del reto más amplio del sistema mundial de energía.

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