En las próximas décadas, el acceso a servicios energéticos modernos para los más de 7.000 millones de personas en el planeta estará en gran medida limitado por la disponibilidad de energía. Todas las formas de energía tendrán que ser explotadas. El petróleo y gas continuarán siendo unas de las principales fuentes energéticas que podrán producirse en condiciones económicas viables para poder hacer frente a la responsabilidad que debe asumir nuestra generación, pudiendo contribuir significativamente a erradicar la pobreza del mundo y globalizar el desarrollo.
El acceso universal a la energía sostenible es ya un objetivo irrenunciable. Para alcanzarlo, hay que encontrar y explotar nuevos yacimientos de petróleo y de gas allá donde se encuentren, mientras la I+D avance lo suficiente para proveer suficiente energía alternativa.
Además, para hacer frente a la creciente demanda de energía, es necesario extraerla tanto de los yacimientos continentales como de los que se encuentran mar adentro, lo que se conoce en el sector con el término inglés de operaciones de petróleo y gas offshore.
Actualmente existen cerca de 900 explotaciones de petróleo y gas offshore operativas en la Unión Europea, desde el Mar del Norte hasta el Mediterráneo, y el número no para de crecer. A esta cifra hay que sumarle el singular desarrollo petrolero de Noruega, un país que ha transformado su economía gracias a los yacimientos que explota en sus mares, convirtiéndose en una sociedad que disfruta de uno de los estándares de bienestar más altos del mundo.
En otra área geográfica, Brasil, uno de los principales países emergentes, está invirtiendo más de 220 mil millones de dólares para triplicar su producción de petróleo offshore en 2020. Brasil es ya una nueva y pujante región petrolíferaen Latinoamérica, lo que lo está propulsando hacia cotas desconocidas de cohesión social y de desarrollo, y a un nivel de liderazgo regional indiscutido.
Por otra parte, la preocupación de la sociedad civil por la seguridad de las operaciones petrolíferas offshore, los riesgos medioambientales y los posibles impactos en economías tradicionales como la pesca o el turismo, saltó a la primera plana de la agenda internacional en 2010 con el accidente de la plataforma Deepwater Horizon en Estados Unidos. Esta catástrofe permanecerá en el ideario colectivo como una de las más duras lecciones que nunca se habrán de olvidar.
Desde entonces, los gobiernos, la sociedad civil y la industria del petróleo y el gas han articulado y debatido propuestas y contrapropuestas con objeto de garantizar una explotación de hidrocarburos offshore suficientemente segura, a la par que compatible con otras fuentes de riqueza tradicionales.
Un mundo con desigual reparto de acceso a la energía, y crecientemente preocupado por los impactos ambientales se hace la pregunta: ¿es posible garantizar operaciones totalmente seguras de petróleo y gas en el mar?
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Lugar de celebración
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